1949. Luego de padecer la invasión nazi y la segunda guerra, un joven checo llegó a Caracas huyendo del comunismo. Tenía 24 años, cinco idiomas en su haber (que no incluían el español) y 5 bolívares en su bolsillo. Aquí conseguiría trabajo de oficinista y el amor de su «maestra de español», como llamaba a una compañera de trabajo que lo ayudaba a entenderse.
Un joven orfebre, sostén de un hogar que había perdido al patriarca, y de su propia familia en formación, tomó la arriesgada decisión de “hacer la América”, tras lo cual se embarcó en una nave que lo llevaría a Caracas. La turbia atmósfera política del país lo hizo devolverse a su tierra, pero la nostalgia por este clima lo llamó de nuevo…
PTT Lizardo, el líder de la legendaria banda La misma gente, ejerció simultáneamente la medicina y la música. Internista y rockero, era igualmente querido tanto por sus pacientes como por sus seguidores. Un equilibrio en el que la medicina era el cable a tierra y la música el vuelo creativo, compartiendo una misma sensibilidad hacia la condición humana.
Una niña cambia bruscamente su paisaje cotidiano, desde el caliente Maracaibo a las frías tierras del norte. Su extrañamiento se sintetiza en la pregunta “¿por qué estamos aquí?”, y sigue adquiriendo cuerpo hasta concluir en un “yo no pertenezco a este lugar”.
La mención de la palabra «pupitre» durante la cena, despertó curiosidad en los hijos de Liliana Lara, escritora venezolana radicada en Israel. Ese episodio la trasladó a esa ocasión en que, siendo niña, su familia se mudó a Maturín ya iniciado el año escolar, razón por la cual su mamá, para lograr que le dieran el cupo, resolvió mandarle a fabricar su propio pupitre.
El recuerdo de la visita a una abuela, aquejada de una enfermedad terminal, fue el detonante para que el escritor Eduardo Sánchez Rugeles volviese al Anaco de su infancia y lo pudiese contrastar con el que encontró de adulto: la geografía de la infancia había quedado convertida en fantasmales escombros.
Que todos vamos a morir es una certeza indiscutible que, sin embargo, se vuelve sorprendente revelación para los niños. Enfrentarse a la muerte de un ser querido, y todo lo que eso supone, es de las primeras inocencias que vamos dejando en el camino. De esto se trata este texto de la narradora Carolina Lozada, a partir de la muerte de su perra de la infancia.
El mar es un inmenso cajón de recuerdos para Fedosy Santaella, narrador nacido y crecido en Puerto Cabello. Un día, estando con sus hijos en el Museo del Niño en Ciudad de México, se tropezó con el canto de las ballenas jorobadas y, junto a ese prodigio, vino a su mente el preciso recuerdo de la primera vez que lo escuchó.
Nohely Ron es una fotógrafa venezolana, de 24 años, radicada en Lima, Perú. Sus poderosas imágenes, compuestas en su mayoría por retratos en tonos sombríos de niños solitarios, se sumergen en una elocuente estética que habla de la orfandad, el desamparo y el terror. En este testimonio ella habla acerca de su vida, sus caminos y su creación.
Yolanda Pantin, ganadora del premio Casa de América de Poesía, en España, cuenta aquí cómo la historia de su familia está ligada a las orquídeas. En particular a Víctor, su hermano menor, quien ha recibido dos trasplantes de riñón. Su testimonio es un homenaje a la vida.