Después de un embarazo normal y un parto complicado, adolorida, triste y con pensamientos que la atormentaban, Ana Virginia Garroni se sentía inhabilitada para cuidar a su primer hijo, Pedro Ignacio. Era 1998. Entonces, no era fácil encontrar información sobre la depresión postparto, que fue lo que le diagnosticaron.
En 2006, Venezuela e Italia firmaron un convenio para que los venezolanos que requerían trasplantes de médula ósea pudieran someterse a ese costoso procedimiento. Pero ese acuerdo comenzó antes, en 2005, cuando Karolae Espinoza Ramos, quien padecía una muy rara leucemia, recibió apoyo del Estado para viajar a ese país. Fue el punto de partida de una alianza que cesó en 2018, porque Venezuela debía más de 10 millones de euros a hospitales italianos.
Entre 2015 y 2020, Venezuela atravesó los que probablemente hayan sido los días más aciagos de una compleja crisis que aún no termina. Durante esos cinco años, Ricardo Ramírez Requena —profesor, librero y escritor— llevó un diario que fue refugio y desahogo; y que ha publicado con el nombre de El porvenir (Editorial Libros del fuego, 2023). Sus apuntes permiten rememorar un tiempo difícil que forma parte de nuestra memoria.
Siempre se sintió encarnando una gran contradicción por ser homosexual y estar en una iglesia evangélica. Era la pieza que no encajaba en el rompecabezas. Durante mucho tiempo quiso cambiar, pero el proceso se tornó intenso y doloroso, y desistió. “Inténtalo una vez más”, le pidieron los pastores hace un año, el 28 de junio de 2022, el Día Internacional del Orgullo LGBT.
Dos chicos se conocen y, tras varias citas románticas, se hacen novios. Dos novios que, un domingo cualquiera, en un centro comercial de Maracay, se besan. Dos vigilantes que se les acercan y los amenazan con llamar a la policía si no se van, porque están haciendo algo indebido. Así comenzó, para ellos, un día en el que hubo más rechazos.
En Venezuela, donde casi todos los medios impresos desaparecieron asfixiados por sofisticados mecanismos de censura, tres periodistas se trazaron el objetivo de crear un periódico. Hiperlocal y comunitario, Entérate nació producto de la nostalgia, pero pronto terminó siendo una necesidad en los barrios de Caracas.
Roger jugó béisbol, practicó judo, pero desertó: después descubriría que su lugar estaba en el voleibol. Formó parte de la selección del estado Carabobo. Un día el director técnico de la Federación Venezolana de Voleibol lo vio en acción y se interesó en él. Yaya, su madre, no tenía dinero para respaldar la incipiente y prometedora carrera deportiva de su hijo. Pero no perdió la fe.
En 1985, Lusbi Portillo, filósofo y profesor de la Universidad del Zulia, supo que al pueblo Barí les habían quitado parte de sus territorios. Se adentró en sus tierras, estudió antropología para entender su cultura, se convirtió en una persona de su confianza. Desde entonces, ha dedicado su vida a acompañarlos en esta y otras luchas, y en el camino se han sumado cuatro etnias más. Con esta misión, creó en 1996 la Sociedad Homo et Natura.
Aunque tenía problemas de visión, comenzó a pintar a temprana edad. Alí Zapata intentó estudiar biología y sociología en la Universidad de Oriente, pero su camino estaba en la pintura y la docencia. Lo supo luego de una suplencia a un profesor de dibujo técnico: durante casi tres décadas estuvo en las aulas. Cuando más tarde quedó prácticamente ciego, comenzó un recorrido de autoconocimiento.
Era una estudiante de 4to año de bachillerato cuando, maravillada ante un concierto de grandes dimensiones al que asistió en el Poliedro de Caracas, se dijo que quería ser productora. Desde entonces no ha parado: Ana María Díaz lleva 25 años siendo “la titiritera que mueve los hilos invisibles para que todo salga bien”.