Un mediodía de junio de 1998, la periodista Vivian Ariza se disponía a trasladarse a la redacción en la que trabajaba, cuando se topó a una mujer con su hija en brazos. Al acercárseles, supo que la niña se llamaba Saraí, tenía un año, y estaba severamente desnutrida y deshidratada. Desde ese momento no descansó hasta saberla recuperada y a buen resguardo.