Durante 47 años, en el Valle de Mocotíes, a 81 kilómetros de la ciudad de Mérida, Luis Antonio Molina mantuvo un taller de herrería. Soldando rejas, faroles y puertas, encontró el sustento para su familia y a la vez una forma de vida. Una vida que ahora, a sus 67 años, luego de recibir un diagnóstico de cáncer, siente que pende de un hilo.