A veces, a los médicos no les queda más que acompañar a los enfermos en sus últimas horas y procurar que, incluso hasta el último aliento, tenga calidad de vida. La doctora Rita Antonini, que siempre tuvo miedo a la muerte, no podía entenderlo. Pero luego de mucho tiempo lo aprendió con alguien que no era su paciente.