Unas hermanas que migraron con incertidumbre, pero con la mirada puesta en un futuro auspicioso. Esas hermanas que, en el camino, descubren que en Buenos Aires, a donde llegaron, había compatriotas deseosos de encontrarse con sus sabores. Una panadería en la que venden cientos de cachitos al día. Esta es la historia de unos venezolanos, como millones alrededor del mundo, ganándose el pan lejos de su país.
Alejandro migró a Argentina en 2015. Luego de pasar por una serie de trabajos informales, logró un puesto en un hotel de Buenos Aires, que le permitió ahorrar para sacar a su familia de Venezuela. Sus hermanos y su madre ahora viven con él. Pero la llegada a la ciudad de la covid-19 disipó la estabilidad que había encontrado.