Estando muy lejos de casa, recurre a los sabores como un salvoconducto para llegar a las raíces de la identidad. Y claro, para atesorar la memoria.
Todo comenzó cuando Zuly, quien había fundado la ONG Otro Enfoque, quiso organizar una jornada lúdica con los niños que rondaban la plaza Madariaga. Esa actividad la llevó a adentrarse en la Mansión de la Abuela, debajo de un puente en el río Guaire, y a conocer y compartir con unos sesenta muchachos, entre los 6 y los 27 años, víctimas de distintos problemas de descomposición familiar, ofreciéndoles un poco del calor que les ha sido negado.