Una noche de julio de 2019, los hermanos Kieffer y Kevin Silva ayudaron a una vecina del edificio donde vivían, en el Departamento de Piura, norte de Perú, a cargar unos pesados ladrillos. Al mediodía siguiente, la mujer les tocó la puerta mientras gritaba que allí vivía un “veneco ratero”.
Florelys Linares tenía 18 años y estudiaba educación en la Universidad de Carabobo. Ante los rumores de que privatizarían esa casa de estudios, al igual que otros de sus compañeros, salió a expresar su descontento. Iba en el transporte estudiantil cuando su vida tomó otro rumbo.