Dentro de un zoológico de Turmero, estado Aragua, la organización no gubernamental Provita acondicionó un espacio idóneo para el hábitat de cardenalitos, una especie que —por la deforestación y el tráfico ilegal— está en peligro crítico de extinción. Allí han nacido varias camadas de polluelos. Enrique Azuaje es uno de los que se ha encargado de cuidarlos.
Apenas comenzó la carrera de medicina, Lourdes Delgado se interesó por la medicina tropical. Sin todavía graduarse de doctora, ideó un programa para formar a “científicos ciudadanos”, quienes le ayudan a identificar dónde aparecen chipos.
Tras 10 años sin servicio eléctrico ni combustible, la comunidad pemón de Kamarata, ubicada en el Parque Nacional Canaima, a 35 kilómetros del Salto Ángel, empezó a quemar diésel y madera para subsistir. En 2019 el ambulatorio y la escuela del pueblo ya no podían atender ni a los pemones ni a los turistas de la zona. Los líderes indígenas decidieron pedir ayuda.
Venezuela tiene la 2da tasa de deforestación más alta de Sudamérica, después de Brasil. En 2021, se perdieron 64,4 mil hectáreas de bosque, la mayoría de la Cordillera Andina, de la Depresión Zuliana y de la Guayana venezolana. Todas las especies endémicas corren peligro de desaparecer. Vicente Marcano —biólogo, profesor de la Universidad de Los Andes— descubrió una en el Parque Nacional Sierra Nevada. Aunque dos meses después talaron el único bosque en el que existía, él se resiste a que desaparezca. Este texto resultó ganador de la 5ta edición del Premio Lo Mejor de Nos.
En Santa Rosa de Agua, a orillas del lago de Maracaibo, Mary Carmen Vera y Renny García, junto a un grupo de niños, recolectan la basura que llega, arrastrada por el viento del norte, a las costas de esa comunidad. Saben que no es suficiente frente a la progresiva contaminación del lago, pero no están dispuestos a dejarlo de hacer.
El médico genetista Venancio Simosa ha dedicado su vida a estudiar las enfermedades raras. La crisis del país lo ha dejado sin colegas y estudiantes, así como sin pacientes que puedan acudir a su consulta. No le ha quedado más remedio que continuar su trabajo a través de asesorías telefónicas a otros médicos. Es uno de los pocos genetistas que quedan en Venezuela; hoy, una especialidad tan rara como las enfermedades que estudia.
Cuando Claudia Guzmán llegó a Bogotá y salió a buscar trabajo con la ilusión de ayudar a su familia en Venezuela, ocurrió algo que le dejó un sinsabor. “Las venezolanas son unas roba-maridos”, le gritaron en la calle. Fue solo el primero de una serie de episodios similares.