Estando en un río, en Belén de Mamporal, Marcos Blanco recibió un balazo que le hizo perder la vista. Pasó muchos años encerrado en su dolor hasta que una prima lo invitó a su casa, en La Guaira, para que cambiara de ambiente. Allí lo llevó a un gimnasio. Esa visita cambiaría su vida, al ponerlo en contacto con el judo y, de esta manera, ganar el combate más importante que le tocaría librar.