Cuando Yolly Zamabrano jugaba a que inyectaba a sus dos únicas muñecas, siendo una niña de apenas 6 años, repetía una y otra vez que quería ser enfermera. Por alguna razón que ella no logra precisar, la idea se le quedó fijada en la mente. Tanto que se le convirtió en un sueño que no descansaría hasta hacer realidad.