Pablo padecía una hiperplasia prostática que le provocaba intensos dolores. En las farmacias no conseguía los analgésicos que podían aliviarlo. Debía ser operado, pero la familia no tenía cómo pagar la intervención. Por eso, su esposa Angélica se subió a un avión rumbo a Estados Unidos para trabajar y tratar de reunir el dinero que necesitaban.