Aunque sabía que podían atentar en su contra, Alexis Guerra no titubeaba al alzar su voz ante la inseguridad que azotaba a Cariaco, el pueblo del estado Sucre donde vivía. Un domingo de agosto de 2016, luego de una reunión en la que volvió a denunciar que había complicidad policial en los crímenes que ocurrían allí, unos delincuentes llegaron a su parcela.