Durante su niñez y adolescencia, Estefanía González debió someterse a cinco cirugías que le dejaron las piernas tatuadas de marcas. En este relato íntimo pone en orden los recuerdos y aprendizajes que le dejó aquella época en la que frecuentaba quirófanos, y narra cómo asumió un proceso que define como muy complejo: aceptarse a sí misma.