Oriana Abreu recibió una invitación para participar en un torneo de ultimate que se llevaría a cabo en Ocaña, Colombia. No tenía forma de costear sus gastos allá, pero no quería dejar de ir. Se le ocurrió entonces vender tartaletas de arequipe en la calle. Ese viaje y esas tartaletas le mostraron pistas del camino que debía recorrer.