Antonio Celestino Freites, un taxista de 73 años, recibió con indignación la noticia según la cual su nieto había muerto al enfrentarse a una comisión policial. Empeñado en que se hiciera justicia, cambió su ruta por aquella en la que murió su nieto, y fue hilvanando hechos entre los pasajeros, hasta que la paciente búsqueda dio sus frutos.